Con frecuencia nos sentimos avergonzados después de expresar algo, ya sea una idea, un chiste, o cualquier sentimiento. Esto se manifiesta al notar que te miran como si hubieses perdido la cabeza, lo cual no implica necesariamente que nuestro chiste sea malo, o hayamos propuesto una locura (algo que ocurre con bastante frecuencia); pudiendo deberse al factor que nos ocupa explicar.
El punto de apoyo es la capacidad de un individuo para conseguir complicidad y/o seguimiento, ya sea en un momento preciso o permanentemente, en las personas de su alrededor.
El primer caso explica que haya días en los que todo lo que proponemos sea aceptado, e incluso anhelen que seamos nosotros quienes decidamos qué hacer, de qué hablar, etc.; incluso cuando estamos en un grupo extraño, tras ganarnos su simpatía, podríamos hacer el peor chiste que se nos ocurriese que como mínimo conseguirá una sonrisa (siempre que no ofenda). Por el contrario, habrá otros momentos en los que creeremos que han hecho un pacto para contrariar todos nuestros gustos, acciones e ideas; hasta el punto de tener que callarnos para esperar que pase un rato, acabe ese "complot" y poder continuar como miembro igualitario del grupo.
No obstante, hay personas que tienen un cierto poder sobre uno o más grupos concretos, poseyendo un apoyo permanente, por lo que son capaces de manipularlos a placer, sin embargo hay otras que provocan las risas y burlas de los mismos, teniendo que limitarse a ser un seguidor.
Ejemplo de ello se podría explicar el comienzo de esa expansión de elásticos en la pata del pantalón, a modo de imitación de estilo bombacho que utilizan los denominados "coyos" (coyas para el femenino en determinados lugares): Como es probable, esto no se les ocurrió a cientos o miles de personas a la vez, alguien tuvo la primera idea, y lógicamente se trataba de algún sujeto capaz de conseguir apoyo y convencer a su grupo de que esa idea era buena. Si de repente hubiera aparecido el "pringao" del grupo con el pantalón recogido posiblemente se habría llevado la colleja a la que acostumbra.
Esto se debe a un factor "psicoempático" que surge entre personas relacionadas, favoreciendo o perjudicando a uno o más individuos mediante una especie de complot no establecido.
Perspectivas
En la vida se nos presentan multitud de situaciones en las que nos vemos obligados a tomar decisiones, consciente o inconscientemente. Sin embargo, no todos quedamos igualmente satisfechos o tenemos la misma visión con respecto a una misma cosa. Hay tres posturas que todos somos capaces de reconocer, las cuales merecen que nos detengamos un segundo a analizar ya que conllevan una influencia en el resultado, y la moral con la que aceptamos dichos sucesos. Así podremos reflexionar acerca de la perspectiva que queremos tomar ante la próxima situación.
La primera actitud a describir es la optimista, que se caracteriza por tener una visión de futuro positiva, es decir, se va a ver todo de color de rosa, propiciando que el sujeto haga las cosas con un mayor entusiasmo y se mantenga con ganas de emprender. No obstante una vez que dichos sucesos han finalizado, suele invadirle una gran insatisfacción debido a que las cosas nunca salen como se quiere y éste espera más de ellas; y si salen realmente mal, la decaída es mucho peor. Después de ello le resulta relativamente fácil cambiar de objetivo y/o volver a ilusionarse.
La actitud pesimista, viene a ser exactamente lo contrario a la anterior, la persona piensa que las cosas no van a salir bien, y expresa frases distinguidas como: "haré lo que pueda pero..." "se que va a salir mal" etc., normalmente acompañadas de poca vitalidad o cierta frustración adelantada. Pero una vez pasado el acontecimiento, como mínimo no les va a sorprender si sale mal, pero normalmente va a conllevar que disfrute más de las alegrías y se ilusione con cualquier pequeña cosa que no esperaba; lógicamente hasta que le ocupe otro problema.
En cuanto a la realista, va a lograr un mayor control sobre la vida del individuo, ya que jugará con todas las probabilidades y posibilidades de cualquier futuro suceso, limitándose a verlo con imparcialidad. Ocurrida la situación, simplemente la aceptará, y la emoción o desilusión apenas van a ser notables, siendo ese el mayor problema de esta actitud, apenas es impresionable. Sin embargo a la hora de emprender algo, lo hará con un mayor orden y no se dejará llevar por los primeros impulsos.
Aunque normalmente se etiqueta optimista, pesimista o realista a un sujeto, es conveniente hablar de actitud, ya que dicho individuo puede tener una u otra dependiendo de un problema concreto. Además su perspectiva general puede cambiar a lo largo de su vida según el resultado de los hecho pasados.
Nota: El que las cosas malas tengan un lado positivo no es más que una utopía, sólo se inclina hacia lo menos negativo dentro del desastre. Nos auto engañamos al afirmar que las cosas son mejor así.
La primera actitud a describir es la optimista, que se caracteriza por tener una visión de futuro positiva, es decir, se va a ver todo de color de rosa, propiciando que el sujeto haga las cosas con un mayor entusiasmo y se mantenga con ganas de emprender. No obstante una vez que dichos sucesos han finalizado, suele invadirle una gran insatisfacción debido a que las cosas nunca salen como se quiere y éste espera más de ellas; y si salen realmente mal, la decaída es mucho peor. Después de ello le resulta relativamente fácil cambiar de objetivo y/o volver a ilusionarse.
La actitud pesimista, viene a ser exactamente lo contrario a la anterior, la persona piensa que las cosas no van a salir bien, y expresa frases distinguidas como: "haré lo que pueda pero..." "se que va a salir mal" etc., normalmente acompañadas de poca vitalidad o cierta frustración adelantada. Pero una vez pasado el acontecimiento, como mínimo no les va a sorprender si sale mal, pero normalmente va a conllevar que disfrute más de las alegrías y se ilusione con cualquier pequeña cosa que no esperaba; lógicamente hasta que le ocupe otro problema.
En cuanto a la realista, va a lograr un mayor control sobre la vida del individuo, ya que jugará con todas las probabilidades y posibilidades de cualquier futuro suceso, limitándose a verlo con imparcialidad. Ocurrida la situación, simplemente la aceptará, y la emoción o desilusión apenas van a ser notables, siendo ese el mayor problema de esta actitud, apenas es impresionable. Sin embargo a la hora de emprender algo, lo hará con un mayor orden y no se dejará llevar por los primeros impulsos.
Aunque normalmente se etiqueta optimista, pesimista o realista a un sujeto, es conveniente hablar de actitud, ya que dicho individuo puede tener una u otra dependiendo de un problema concreto. Además su perspectiva general puede cambiar a lo largo de su vida según el resultado de los hecho pasados.
Nota: El que las cosas malas tengan un lado positivo no es más que una utopía, sólo se inclina hacia lo menos negativo dentro del desastre. Nos auto engañamos al afirmar que las cosas son mejor así.
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